Muchas veces los actores de la sociedad dan prioridad al trabajo, a los estudios y a otras responsabilidades, dejando de lado un aspecto igualmente importante de la vida: las relaciones.
Todas las personas se desenvuelven de forma distinta en ciertos contextos sociales, pero determinar quién lo hace de mejor o de peor manera se relaciona directamente con la inteligencia emocional de cada individuo.
Hoy te explicaremos qué es la inteligencia emocional (IE), de dónde viene el término, la posibilidad de medirla y más. ¡Pero atento! También te daremos algunos consejos para mejorar en este aspecto.
Entre los distintos tipos de inteligencia que reconoce la psicología, la inteligencia emocional puede definirse como un conjunto de habilidades sociales que funcionan como herramientas para afrontar las distintas situaciones que se presentan en el día a día de todo ser humano, con el objetivo de gestionar satisfactoriamente sus relaciones con los demás.
El concepto de inteligencia emocional fue acuñado por primera vez por los psicólogos Peter Salovey y John Mayer, en 1990. Pero sería el psicólogo estadounidense Daniel Goleman quien, en 1995, publicaría su libro Inteligencia emocional, el cual popularizaría la idea de que este conjunto de habilidades no depende necesariamente de las emociones, sino que hay otros factores determinantes, como el desarrollo emocional y el pensamiento.
Su obra derivó de una investigación realizada por el profesor Howard Gardner, de la Universidad de Harvard, quien consideraba que los test de inteligencia eran insuficientes para medirla.
En 1983, conceptualizó que el coeficiente intelectual (también llamado cociente intelectual) debía ser dividido en un conjunto de capacidades independientes e interrelacionadas, dando a luz a la teoría de las inteligencias múltiples, base que enmarcó el trabajo de Goleman.
En la actualidad existen pruebas capaces de medir el cociente intelectual, no así para la inteligencia emocional. Sin embargo, Jack Block, psicólogo de la Universidad de Berkeley, diseñó un acercamiento a la medición de esta cualidad a partir de una medida similar, la cual denominó «capacidad adaptativa del ego».
Para ello, estableció dos tipos teóricamente puros, cuyas características difieren ligeramente entre hombres y mujeres. En primer lugar, describió al hombre que posee una elevada IE como aquel que es «socialmente equilibrado, extrovertido, alegre, poco predispuesto a la timidez y a rumiar sus preocupaciones».
Por otra parte, describió a la mujer con alta IE como una persona «enérgica, muy expresiva, que cuenta con una visión positiva de sí misma y que siempre encuentra sentido a la vida».
En cambio, su prototipo de hombre con un alto CI es uno caracterizado por una «amplia gama de intereses y habilidades intelectuales, es una persona ambiciosa, productiva, predecible, tenaz y no muy proclive a reparar en sus propias necesidades».
Asimismo, una mujer con un elevado CI la esboza como aquella que cuenta con una «previsible confianza intelectual, la capacidad de expresar sus sentimientos con claridad, que da valor a los cuestionamientos teóricos y que tiene una amplia variedad de intereses intelectuales y estéticos».
Según Goleman, la inteligencia emocional debe ser entendida por sus dos formas elementales, estas son:
La inteligencia emocional es un componente esencial del liderazgo y, aunque no consideres importante cultivar este rasgo de tu personalidad, siempre será beneficioso trabajar tu fortaleza socioemocional, íntimamente ligada a la IE.
Goleman propuso 5 elementos clave que, al ser dominados, pueden ayudarte a mejorar tu inteligencia emocional. Estos son:
Significa que reconoces cómo te sientes y que estás atento a la manera en que tus acciones influyen en los sentimientos de los demás. Para mejorar este aspecto, te recomendamos empezar un diario en el cual cada día anotes algunos de tus pensamientos. Adicionalmente, si en algún momento sientes ira o angustia, te proponemos intentar relajarte y examinar tus reacciones.
Saber aprovechar las emociones y los enviones anímicos para potenciar nuestro camino hacia las metas y objetivos que proponemos es lo que Goleman reconoció como automotivación. Si tienes un trabajo, examina y recuerda por qué lo haces y qué es lo que te gusta de él; identifica los recursos que necesitas para afrontar alguna acción que consideres necesaria y actúa en consecuencia; y mantente siempre optimista a la vez que buscas el lado bueno de cualquier situación. Esas son algunas maneras de automotivarte.
Mantener el control sobre tus propios sentimientos es fundamental. Esto se refiere a evitar que emociones negativas te impulsen a atacar verbalmente a los demás, tomar decisiones apresuradas o emotivas, entre otras situaciones que posteriormente podrías lamentar. Si te esfuerzas por mejorar este aspecto, deberías empezar examinando los valores que conforman tu código ético, de manera que no dudes a la hora de enfrentar dilemas morales o éticos. También te recomendamos practicar la calma ante situaciones adversas y comprometerte a asumir las consecuencias de los agravios que puedas causar a otras personas.
Se trata de una de las emociones positivas más preponderantes en el análisis de la IE. Un individuo con buena IE debe ser capaz de ponerse en el lugar del otro y comprender por qué siente lo que siente. Si quieres ser una persona más empática, trata de ver cada situación desde distintas perspectivas antes de tomar decisiones; presta atención al lenguaje corporal de las otras personas, ya que usualmente comunican casi tanto como sus palabras; e intenta responder a las personas que te expresen sus emociones mediante gestos que indiquen tu aprecio hacia dichos sentimientos.
Se refiere al cuidado de tus relaciones interpersonales. Estas comprenden el entendimiento del entorno social y del trato hacia las personas que lo integran, así como las normas, usos sociales y costumbres que comparten los miembros del mismo. Es importante pulirlas, para ello podrías prepararte para resolver distintos conflictos en tu entorno, practicar tu comunicación y aprender a felicitar a los demás.
Aparte de las obligaciones propias de tu vida cotidiana, mantener el equilibrio en tu vida emocional es algo por lo que siempre debes preocuparte. La inteligencia emocional juega un rol importante en cómo te relacionas con tu familia, con tu pareja y con tu ambiente de trabajo o de estudio.
Por ejemplo, si trabajas en una empresa, mejorar tu IE te hará un líder más eficiente. Los empleados se sentirán más confiados de trabajar a tu lado, los equipos de trabajo funcionarán con mayor eficiencia y coherencia, y la motivación de tus subordinados aumentará, ya que sentirán que sus ideas y opiniones son tomadas en cuenta. Estos mismos efectos pueden trasladarse a un contexto de estudios.
¡No solo eso! Tu IE afecta tu salud, tanto física como mental. Una persona con buen manejo de sus emociones también sabe lidiar con el estrés y puede disminuir su preocupación por inconvenientes como subidas descontroladas de la presión sanguínea, supresión del sistema inmunológico, infertilidad, aceleración del proceso de envejecimiento y una serie de afecciones cardíacas.
Demás está decir que progresar con respecto a tu inteligencia social viene de la mano con estar en sintonía con tus sentimientos, mientras que también conectas con los de tus allegados. Tal es el camino correcto hacia relaciones sociales más sanas y beneficiosas para ti y para quienes te rodean.
El desarrollo de la inteligencia emocional es un camino que cada uno lo recorre al paso de su propia consciencia, a tal proceso se le denomina autoconciencia emocional. Sin embargo, puedes adquirir progresivamente algunas habilidades emocionales que señalen una mejoría:
Ahora que conoces el alcance y las aplicaciones de una buena inteligencia emocional, compartimos contigo algunas prácticas que podrían impulsar un cambio positivo en tu vida emocional:
¡Ve y pon en práctica estos consejos! Verás cómo tu vida dará un giro hacia un mejor futuro, mientras encaras cada situación con la fortaleza que te ofrece el buen manejo de tus emociones.
Si quieres profundizar esta información, te invitamos a leer Inteligencia emocional, obra publicada por el psicólogo Daniel Goleman, la cual puedes encontrar aquí.